Teniendo la oportunidad a principios de este mes de poder ver algunas de las clásicas películas de Ghibli que se encontraban rotando en las grandes pantallas del cine más cercano a mi casa, pude llegar a apreciar de nuevas maneras algunas de sus obras que en una primera visionado no llamaron particularmente mi atención pero con el paso de los años han terminado resonando conmigo. Lejos de la fantasía usual que muchos asociamos sin pensar con el nombre del estudio gracias a sus trabajos más populares, hoy dedico esta entrada a una cinta que con un ritmo tan desperdigado como meditativo nos invita a explorar las memorias que felices o agridulces acompañan a su protagonista a lo largo de su vida adulta. Con toda clase de alegrías, desilusiones, arrepentimientos, esperanzas y otras emociones construyendo un natural e intimo drama humano del que quiere que seamos empáticos testigos.
Bajo el titulo original de Omoide Poroporo, aunque también se le puede conocer por localizaciones como Only Yesterday, Pioggia di ricordi, Los Recuerdos no se Olvidan o Recuerdos del ayer, nos encontramos tanto con la homónima adaptación del manga escrito por Hotaru Okamoto e ilustrado por Yuuko Tone, como con la quinta película creada desde la fundación del estudio Ghibli (seria la sexta, pero técnicamente Nausicaä del Valle del Viento precede por un año la creación del estudio). Con una duración que roza las dos horas, el guion y la dirección de esta obra fueron responsabilidad de Isao Takahata a quien se le recuerda por trabajos como las series de Heidi, la niña de los Alpes y Marco, además de largometrajes como La tumba de las luciérnagas o El cuento de la princesa Kaguya. Dejando la dirección de arte en manos de Kazuo Oga, mientras Yoshifumi Kondō trabajo en el diseño de personajes, Hayao Miyazaki se limito a solo un rol de productor. Sin olvidar la participación del compositor Masaru Oshi en la banda sonora de esta cinta. Cabe mencionar que si bien estreno en Japón por primera vez en 1991, esta película no llego formalmente al extranjero por más de una década con Disney incluso admitiendo que fue debido a sus elementos demasiado adultos para la época, pero para 2016 ya fue hecha accesible.
La sinopsis para esta cinta es la siguiente: Ambientándose durante mediados del año 1981, esta es la historia de la oficinista Taeko Okajima que durante sus vacaciones decide cambiar de aires e ir a ayudar con el cultivo de azafrán en la granja de la familia de su cuñado. Con 27 años de edad y el mundo a su alrededor preguntándole que hará con su vida, su carrera y cuando se casara para tener hijos, ella piensa aprovechar la oportunidad de abandonar la vida citadina. Sin embargo no parte necesariamente sola en este viaje que sin saberlo termina convirtiéndose en uno de descubrimiento, que con constantes recuerdos y remembranzas sobre toda clase de momentos en su infancia, es como si la niña que fue a los 10 años estuviera a su lado constantemente invitándola a pensar sobre como a llegado a donde esta en la vida y que dirección decidirá elegir para en un futuro seguir siendo fiel a si misma.
Adaptando con bastantes libertades creativas el manga que consistía mayormente en viñetas de variadas vivencias infantiles, la historia que Isao Takahata y compañía nos quieren contar es una madura y lenta exploración de las experiencias que nos forman como individuos. Siguiendo el viaje de una adulta Taeko para trabajar en el campo para romper su rutina citadina y alejarse de las expectativas de un mundo que le pregunta constantemente cuando se casara, a lo lardo de casi dos horas somos testigos constantes de las pequeñas y a ratos aleatorias reminiscencias que poco a poco van dando contexto a su presente. Desde sus vacaciones atrapada en la vida de ciudad a sus primeros tiernos y avergonzados pasos a la adultez, situaciones cotidianas se vuelven formativas para su carácter, mostrándonos los sueños e ideales de alguien quien parece haber aceptado en mayor o menor medida lo que le a tocado en la vida. Sencilla y sincera de principio a fin, el pasado y el presente de su protagonista se entrelazan en un relato optimista que pese a todos sus momentos agridulces deja las puertas abiertas para actuar y alcanzar un futuro sin arrepentimientos. Todo esto enmarcado en las idiosincrasias culturales del Japón de los años 60-80, capturando desde el abandono rural a favor de la vida en las grandes ciudades a las curiosidades que llegaban desde el extranjero, sin olvidar las actitudes y expectativas alrededor todos sus personajes.
Con un compromiso casi obsesivo con el realismo de sus escenas en tiempo presente al punto de que se a cuestionado por años el porque no hacer de esto un live action en primer lugar con tal de alcanzar la misma expresividad, mientras la nostalgia difumina los bordes y colores de cada uno de los segmentos repletos de subjetivas pero importantes memorias para su protagonista, Recuerdos del ayer es una obra que resulta innegablemente agradable a la vista pese al notable paso de los años. Si bien el cuidado en los escenarios y la presencia de colores brillantes no es nada nuevo en el extenso catalogo de Ghibli, no le quita merito alguno a la producción de este filme que con sutileza diferencia y entremezcla las distintas facetas y emociones a lo largo de la cinta. Luciéndose especialmente en los expresivos rostros de sus personajes y sus paisajes repletos de detalles. En lo que respecta a la música de esta película, nos encontramos con una ecléctica banda sonora que en instantes puede pasar de las mas tranquilas melodías, a salir con un poco de ritmo flamenco o el sorpresivo pero realmente efectivo uso de temas búlgaros. Aunque si un tema se roba el show, ese es "Ai wa Hana, Kimi wa Sono Tane" que interpreta la cantante de enka Harumi Miyako para los créditos; el cual es un cover en japonés del tema The Rose de la cantante, actriz y comediante Bette Midler.
Siendo una de las obras mas distintivas entre todo lo que a producido Ghibli en sus cuarenta años como estudio de animación, Recuerdos del ayer es una bella obra que si bien esta categorizada para todas las edades se disfruta mucho más siendo un adulto con sus propias memorias a explorar. Que careciendo de grandes conflictos, algún intenso drama o un fantasioso espectaculo visual, resulta en una genuinamente disfrutable película cuyo lento ritmo y simple historia que invitan a reflexionar ocasionalmente lleva a que mires el reloj para saber cuanto le queda para acabar. Sin llegar a volverse uno de mis trabajos favoritos del estudio, resulto en algo que no sabia que necesitaba volver a ver ahora que me encuentro en mis treinta y tantos. Que no será para gusto de todos, pero puede ser algo de verdad especial.
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